Siguiendo con la lectura del libro «El Tao de la física», de Fritjof Capra, he podido entender (después de años y años de leer muchos libros de divulgación científica) cuál es la base de la materia según la física moderna, así como el significado de lo que Einstein descubrió al explicar que E=mc2.

Los griegos concibieron la idea de la existencia del átomo. Más tarde, ya casi hacia el siglo XX, se descubrió que el átomo estaba formado a su vez por electrones y un núcleo, formado a su vez por protones y neutrones

Los experimentos continuaron. Era natural pensar que más allá de los protones, neutrones y electrones podía haber algo más. Se descubrieron nuevas partículas a este nivel, y más tarde se desarrolló la teoría de los quarks, que serían las partículas de las que están compuestas los elementos del núcleo del átomo:

La física del siglo XX siguió investigando. Se quería ir más allá para poder entender la base de la materia. Se crearon grandes ciclotrones más famosamente conocidos como aceleradores de partículas que permitían llevar las partículas a tal velocidad que el choque con otras partículas permitía dividir la materia más pequeña en sus partículas elementales. Es así como se han ido descubriendo durante los últimos 40 años nuevas partículas que conforman la materia.

La vibración de la nada

Los últimos descubrimientos en relación a la materia es una teoría sorprendente a la vez que incomprensible e inalcanzable para la razón humana. Las principales teorías (véase Teoría de cuántica de campos) apuntan a que la materia, a niveles lo más pequeños posibles, se trata únicamente de «vibración de energía concentrada». Es decir, la materia última, si pudiéramos verla, sería como una vibración de energía en el vacío tan intensa y concentrada en un punto determinado, que el resultado es algo que nosotros percibimos como materia. Esta vibración está concentrada, pero va más allá de su punto de concentración y se expande más allá.

Esta concepción de la materia podría explicar la razón última de la atracción gravitatoria entre masas, así como las interacciones de las partículas a nivel cuántico (lo más pequeño).

En definitiva: las últimas teorías/hipótesis vienen a dibujar un universo en el que la matería no és más que una forma de energía, concentrada en un espacio pero no aislada del resto.

Comparemos ahora esta concepción del universo que hemos descrito a nivel de la física moderna con las palabras de Chang Tsai:

El Gran Vacío no puede componerse más que de ch’i [enegía]. Ese ch’i no puede más que condensarse para formar todas las cosas. Y esas cosas no pueden sino dispersarse para formar (una vez más) al Gran Vacío.


Las siguientes descripciones del concepto de campo (según la teoría cuántica de campos) dadas por Walter Thirring, y la visión china del mundo físico según Joseph Needham, evidencian su gran similitud:

La física teórica moderna […] nos ha hecho pensar sobre la esencia de la materia en un contexto diferente. Ha llevado nuestra atención de lo visible -las partículas- a la entidad subyacente: el campo. La presencia de la materia es simplemente una perturbación del estado perfecto del campo en un lugar dado; algo accidental, casi podría decirse que es simplemente una «mancha». Por consiguiente, no existen leyes sencillas que describan las fuerzas que actúan entre las partículas elementales […]. Tanto el orden como la simetría deberán buscarse en el campo subyacente.

Walter Thirring

Tanto en la antigüedad como en la época medieval, el univeso físico chino era un todo perfectamente continuo. El ch’i, condensado en materia palpable, no tenía particularidades concretas. Sin embargo, los objetos individuales actuaban y reaccionaban con todos los demás objetos del mundo […] en forma de ondas o de vibraciones, dependiendo, en último caso, de la alternancia rítmica en todos los niveles de las dos fuerzas fundamentales: el yin y el yang. Así, los objetos individuales tenían sus ritmos intrínsecos. Y estos estaban integrados […] dentro del modelo general de la armonía del mundo.

Joseph Needham

El paralelismo abstracto

Las principales filosofías orientales (hinduísmo, budismo, taoísmo) hablan desde hace miles de años del concepto de energía. La energía está presente en todas partes y hablan del flujo de energía en nuestros cuerpos. Ellos siempre han considerado esta «energía» como algo global, conectado a todo, no como algo aislado.

Teniendo en cuenta las consideraciones previas, me es inevitable pensar en el concepto de Purusha o Brahman, el alma universal en el hinduísmo. Si hacemos un paralelismo con el concepto de energía en la física moderna: hay quien considera que la materia es un estado degradado de energía. Las grandes vibraciones de las que hablábamos pueden tender simplemente a disminuir y disminuir hasta simplemente formar parte de la vibración de base.

Este concepto es, en su forma abstracta, igual a la concepción del Atman que camina hacia la fusión con el alma universal. Cada ser de este universo podría considerarse como una de esas vibraciones puntuales que en un momento determinado volverá a formar parte de la vibración del todo.

Evidentemente no hay que perder de vista que las implicaciones filosóficas de la ciencia son solo eso «implicaciones filosóficas». La ciencia trata de describir nuestro universo sin juzgar lo que se describe. Sin embargo, es sorprendente como de la física más reciente se pueden hacer abstracciones similares a las de los místicos de hace más de 2000 años.


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