Previa a la etapa que se ha acabado, hubo otra etapa en mi vida que me llevó a abandonar el yoga, a no verle el sentido, al desengaño. Así que voy a empezar explicando la etapa previa para luego dar la importancia que se merece la etapa que acaba de finalizar.

Formación de yoga en Francia y viaje a India

En 2018 viajé a India para realizar mi segunda formación de Yoga. Había vivido en Burdeos y allí me había formado como profesor de yoga con la Écoles Nationales de Professeurs de Yoga (ENPY). Dejé mi trabajo en Francia para volver a vivir en Alicante, donde había comprado una casa. En esa transición, aproveché para viajar a India.

No tenía muy claro donde ir, qué escuela de yoga elegir. Una compañera de la formación que había hecho en Francia me recomendó una escuela en Kerala donde había una mujer india muy sabia que impartía una formación basada en muchos pilares.

Pero el destino hizo que cambiaran las fechas de esa formación dos días antes de que yo cogiera mi avión. Así que a la desesperada busqué otra formación y acabé en una escuela de yoga en medio de una gran ciudad. Esta escuela seguía la tradición Shivananda.

Aprendí mucho de aquel viaje a India. Pero, sobre todo, me dio una energía que utilicé para empezar a dar clases de yoga en Alicante.

Durante un año estuve dando clases. Al principio era una situación ideal: trabajaba 4h al día como informático, y el resto del tiempo podía dedicarlo a otras cosas. Así que podía dar clases de yoga con un estado bastante adecuado. Con el paso del tiempo algunas cosas fueron cambiando:

  • En el trabajo pasé a trabajar 8h al día, con lo que muy a menudo llegaba a la clase de yoga estresado por los problemas que había podido haber durante la jornada
  • A medida que iba dando clases, dejé mi práctica personal: yo no practicaba todos los días, no meditaba, no tenía una sadhana de ningún tipo. El yoga se redujo a mis clases y a los libros que leía.
  • Empecé a leer un libro llamado «El cuerpo del yoga», que hablaba de la historia del yoga como práctica física, sus orígenes… Este libro me mostró hasta qué punto la práctica física del yoga de hoy en día tiene poco que ver con el yoga en su origen

Estos factores me llevaron a una crisis: abandoné las clases de yoga, me volví tremendamente crítico con la práctica de yoga físico (aunque seguía practicando o recibiendo clases), perdí la motivación. Me sentí «autoengañado», me había creado un ideal de lo que era el yoga, de lo que yo creía que era el yoga. Todo ello alimentado por una industria y creencias generales que existen en la sociedad occidental acerca del yoga.

En un pueblo perdido en la montaña…

La vida me llevó a cambiar de trabajo justo antes de la pandemia. Y ese cambio de trabajo me llevó a las montañas de El Comtat, una maravillosa región al norte de Alicante.

Allí pensé en volver a dar clases de yoga, pero muy en el fondo de mí no sentía ningún tipo de motivación para hacerlo. Mirando ahora hacia atrás, entiendo qué pasaba:

  • No tenía motivación porque no tenía ningún tipo de relación con el yoga a nivel profundo. Seguía sin practicar todos los días. Únicamente tenía una relación intelectual por los libros que seguía leyendo.
  • No tenía motivación porque no tenía confianza en mí mismo. Ese es un tema profundo, pero sigue relacionado con la práctica. Si no tenía una sadhana, entonces había un vacío.
  • Tenía (y probablemente tengo todavía) un ego tan grande, con una opinión tan marcada acerca de lo que era yoga, de lo que no lo era, de lo que dejaba de serlo… que vivía contínuamente en la contradicción y el conflicto mental.

Y un día, hablando de yoga con Rafa (el dueño de una tienda de ultramarinos de la Vila de Muro), me contó que su hija recibía clases en una herboristería. Contacté con ella, Marta, y recuerdo bien sus palabras: «les classes estan molt bé, a més, són duretes» (bueno, algo así). Y allí que fui.

Ximo – Balaji

Mirando atrás, entiendo la importancia de cada persona que la vida nos pone delante. No sé como describir lo que pasó con Ximo. Desde el primer día tuve sensaciones opuestas, atracción y repulsión.

Había algo en él que me atraía: el mantra que cantó cuando fui a la primera clase, que era el mismo mantra que había escuchado cada día en mi formación en India; su capacidad para dar clases que nos llevaban a vernos a nosotros mismos, a trabajarnos, a superarnos; sus palabras que eran como lanzas contra nuestras creencias más básicas, lanzas afiladas que nos llevaban al conflicto, a la rabia… pero sobre todo, al despertar.

Ximo ponía el dedo donde tocaba. Ximo nos enseñaba yoga cada día. Me conectó. Me reconectó. Yo llegué a ese pueblo con mi gran ego, y al cabo de dos años, salgo con un gran corazón abierto.

VaidikaDharma

Y, a través de Ximo, empecé una nueva formación de yoga. No necesitaba más títulos, así que esta formación era únicamente un placer, un trabajo mes a mes que no tenía nada que ver con un título, sino (y es ahora cuando lo veo) con reconectar con el yoga, reconectar conmigo mismo, reconectar con un propósito.

Esto no fue una formación. Esto fue una conexión con dos personas que habían decidido transmitir el yoga como ellos lo había recibido. La formación estaba impartida por Bhanu (Chema) y Balaji (Ximo), Zipi y Zape, como ellos solían bromear.

Al igual que con Ximo al principio de sus clases, en la formación también me sentí a menudo muy contrariado. Pero con el paso del tiempo la entrega fue llegando. Las lecciones que Bhanu nos impartía sobre la Bhagavad Gita calaron muy profundo en mí. La forma en la que Balaji «se conectaba a la fuente» para transmitirnos los Upanishads, o para enseñarnos las claves de una postura… Todo ello caló profundo en mí. Las casi 20h que nos pasábamos juntos un fin de semana al mes nos conectaban con algo más grande, más profundo, más vacío y al mismo tiempo más lleno que todos nosotros.

Bhanu y Balaji me conectaron. Entendí que Pratyakṣa era el medio de conocimiento que me faltaba: la percepción directa, la experimentación. Aprendí sobre la muerte, el renacimiento, el Advaita Vedanta, los gunas, los hábitos, el parampara, Shivananda… Ya había estudiado esto antes, pero con ellos, lo entendí.

Y junto con ellos estaba la maravillosa Sanga, mis compañeros de formación: Bea, Carla, Miquel, Sonia, Vicenta, Facu, Carol, Miguel, Yolanda, Marta, Jorge… Compañeros con los que compartí cama, retiros, dolores de cabeza yóguicos…

El fin de una etapa

Me agarré a Bhanu y a Balaji. Ellos se convirtieron en un referente presente a través de la formación que me permitió llevar el yoga a mi vida diaria. Después de 10 años desde que empecé con el Yoga, tenía una sadhana estable, me sentía apoyado, con una sanga con la que compartir, unos maestros a los que acudir cuando fuera necesario.

Pero he de admitir que algo cambió a finales de 2022: fueron cambios que llegaron poco a poco. El cambio de lugar donde se hacía la formación, la partida de algunos de los compañeros que llevaban mucho tiempo ella y probablemente otras cosas de las que no tengo conocimiento. Sé que a mí el cambio de sitio me afectó, de repente sentí como si una sombra se hubiese puesto encima de la formación (probablemente porque el local era bastante oscuro). Yo mismo me desconecté un poco, dando más espacio en mi vida al masaje tailandés y quitando espacio a la formación.

En marzo Ximo me hizo una propuesta. En las palabras que no dijo percibí algo que mi intuición me decía que debía prestar atención. Posiblemente, esta propuesta no era mi camino. No acepté ni rechacé la propuesta, pero ni siquiera hizo falta hacerlo.

El primer fin de semana de mayo de 2023 había formación de yoga. Y también había una formación de masaje tailandés. Me decidí a hacer la formación de masaje tailandés. Cuando acabé el domingo, abrí el whatsapp de la formación de yoga y me encontré con mensajes un poco extraños, fotos del grupo diciendo algo así como: 2017 – 2023. No entendía muy bien qué era, hasta que hablé con Bea esa misma tarde.

Ese había sido el último seminario de la formación. Bhanu y Balaji seguían caminos separados. Se acababa una etapa.

Y desde aquel día me he sentido extraño. Y, sin embargo, también me he sentido liberado. Extraño porque de repente siento que pierdo la referencia de la formación, de juntarnos todos y crear esa energía, enchufarnos y luego llevar esa maravillosa energía al mundo. Extraño porque de repente todo se acaba, porque ya no habrá más kirtan, más aratis. Extraño porque todo fue muy rápido, o no.

Y me siento liberado, porque de alguna manera al acabar esta etapa, puedo ir al mundo… y empezar la siguiente.

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